lunes, 3 de septiembre de 2012

EL NÚMERO DE LA BESTIA.

© 2012 Santi!


Trabajo, trabajo, trabajo! La agencia está ultra estresada y la tensión del ambiente me pasa la cuenta. Tengo envidia de los administrativos que se pueden ir a las cuatro de la tarde, si entran a las 08:00. No hacen ni una hora más de las 40 que establece su contrato a la semana. Suena bonito, ¿cierto? 

La cosa está así: “Tusunami” de licitaciones, todas las cuentas full activas, misma plantilla de creativos, mismos sueldos, pero más jefes. Resumen: 70 horas de trabajo por semana amortizadas con drogas y alcohol. Se suman otros detalles: por lo menos dos reuniones en el Sindicato Creativo, un par de consultas en el oftalmólogo y este pinche Smartphone que no para de sonar. Ya no tengo paz, mucho menos libertad.

Pedro Pablo, el Presidente de la agencia, lo sabe, y por eso lo rebautizó como “TTPhone”. Un cacho por donde se le mire. Si te ofrecen uno, rechaza, cancela, escapa. Quedas advertido. Porque el detestable “celu de trabajo”, que también podríamos llamar “esposas”, perturbará la plenitud de tu mejor momento en el baño, y además, detectará tu ubicación exacta gracias a su fucking GPS. Así no dan ganas de pegarse una arrancada o “hacer un loco”. No sé si me explico.

Estamos súper-vigilados. Que no se diga otra cosa. Te venden la mula con un juguete atractivo, seductor, pero sin darte cuenta, ya estás laburando fuera de horario incluidos sábado, domingo y festivos. Yo estoy como palo de gallinero, porque mi contrato me obliga a tenerlo encendido las 24 horas, los 365 días del año. Me la hicieron, y ni una piscola me invitaron. Se pasa de tonta una a veces, por no decir otra cosa. Fatal, fatal! 

El otro día estuve a punto tirarlo por el water. Incluso imaginé la excusa:

“Oops, se me cayó justo cuando contestaba tu mail Pedro Pablo”.

Pero era una salida desesperada, y además, para estos casos, la agencia tiene varias unidades de repuesto. 

Como buena creativa, traté de darle una vuelta “sorprendente, memorable, reveladora” al asunto. Entonces me pasé toda una tarde buscando el ringtone preciso para cada situación. Odio los ring tones, pero para situaciones como ésta, ayudan. Ahora cuando me llama Pedro Pablo, el Presidente de la agencia, suena Iron Maiden con “The number of the beast”. Si llama la clienta del Conace, suena SKA-P con “Cannabis”. Si llama el cliente que tú sabes, suena Los Felipes con “Que Bolú”. Si llama el planner, es decir, mi “enemigo interno”, suena Rata Blanca con “Te visitará la muerte”. Si llaman del Sindicato Creativo, suena Quilapayún con “El pueblo unido jamás será vencido”. Si llama la directora de medios, suena Chico Trujillo con “Loca”. Si llama el mongo de mi ex, suena Lucero con “Ya no”. Y todavía busco personajes para asociar a Los Pettinellis con “Ch bah p’ta la güe’á” y Molotov con “Puto”. Está claro que candidatos al estribillo sobran.

Ando con los nervios tomados con el grillete del siglo XXI, pero reconozco que los “tonos de llamada” han aliviado la carga. ¿Y tú, todavía no le pones un ringtone al pelotudo de tu jefe? (Lo siento, la publicidad me está volviendo un poco loca, loca, loca).


FRANCA GUERRERO
Activista publicitaria.
Y
directora creativa de grupo
Agencia TT/Chile


EL CLIENTE "ACOTA"



“Oye Franky, ¿tenís malo tu WhatsApp?”.