martes, 20 de marzo de 2012

DEL TERROR.

© 2011 Santi!



















La serie The Walking Dead, que veo por Cuevana.tv, puede ser la gran metáfora de la sociedad de consumo. La imagen de un mundo poblado de idiotas sin voluntad, gobernados por el instinto básico de comer, se parece demasiado a la postal de las hordas adormecidas que caminan por los malls de Santiago, un domingo cualquiera. En vez de olores pantanosos y podridos, perfumes Dior y Chanel. En vez de suciedad, limpieza. En vez de oscuridad, mucha luz. Las condiciones son óptimas para el acto involuntario y reflejo de pagar.

El mall, diremos mejor, el mal, sería el templo donde se rinde culto al ídolo del crédito. Va faltando sólo la capilla para que todo sea perfecto, diría Joaquín Lavín. Pronto Chiloé podrá disfrutar las bondades de gastar lo que no se tiene, en cómodas cuotas y con repactación unilateral. La hermosa gente de Castro ya se frota las manos. A falta de puente, mejor es el mall. Pobre país. Eso no más te digo.

Siguiendo la línea del terror, quería referirme a otro tema. El de los clientes. Algo extraño les pasa. Últimamente se han replegado, han extraviado los huevos, han vuelto a temerle a lo creativo. Es cierto. Tiritan con lo diferente. Se orinan, y perdón lo escatológico, con la innovación. De liberales a ortodoxos en pocos meses. Veníamos como avión. Nuestra relación era casi perfecta, funcionaba, obtenía resultados, más ventas, Effies, qué se yo. Pero sin decir agua va, el manto conservador se ha vuelto a posar sobre ellos. ¿Seremos nosotros? ¿Seré yo maestro?

Ahora me ven y se les cae el pelo. Soy satán, Belcebú, el señor (la señora) de las moscas, el(la) coludo(a), el(la) cola de flecha. Los intimido, me temen, casi no me escuchan. El resultado, son más bocetos de campaña, más pega y más trasnochadas, de esas que ya no me sientan bien. Lo llevo fatal, fatal. Al fin y al cabo, son horas extras que no me pagan. Qué impotencia, pero esa lucha continúa.

Clientes con miedo, comerciales iguales. Nada nuevo, solo cliché. Consejo. Si tenís licitación, con mayor razón ándate a la segura: imágenes de abuelo pescando con su nieto; niño comiendo helado con paraguas en la mano; bicicleta para dos personas (con las 2 personas); pareja besándose a contraluz del sol; perro que mancha el cobertor de cama pero la dueña se ríe; mujer que atraviesa campo de flores mientras su mano las va tocando; pareja joven que mira la salida del sol tomando café; grupo de amigos se ríe (no está claro de qué), por cierto uno de ellos tiene una guitarra; niñitas llegan con el desayuno a la cama de los papás que está inserta en un dormitorio blanco, blanco, blanco; mujer ríe en primer plano de espaldas a un carrusel.

El repertorio de imágenes publicitarias es ñoñamente finito. Pero se recicla, se recrea, se reutiliza ad infinitum. Todos dicen lo mismo, por lo tanto, no hay novedad. Son escasos los/las valientes que quieran ser distintos/as, todos quieren pasar piola, no hacer ruido, ser conservadores: no vaya ser que la competencia despierte. La cultura del miedo prevalece. He vuelto a ser percibida como el enemigo. Esto se va pareciendo cada vez más a un gallinero.

Me quedo con las palabras de Rocío Marengo, que gran mujer, si me permites la ironía: ese (Chile) es un país mucho más conservador (que la Argentina). Los paréntesis son para que no se diga que la saco de contexto. Sabias palabras, quien lo diría.




FRANCA GUERRERO
Activista publicitaria.
Directora Creativa de Grupo
Agencia TT/Chile
www.pagalashorasextras.blogspot.com
@francaguerrero Twitterlandia
francaguerrero@gmail.com




EL CLIENTE "ACOTA"


“Quedó de miedo el comercial con los cambios que le hice, ¿ah?”.